domingo, 10 de enero de 2010

Referente Normativo, Aptitudinal, Cultural e Interactivo.

La designación de un comportamiento como adaptado o inadaptado depende de la sociedad a la que pertenece el individuo y del momento histórico en que vive. En la primera mitad del siglo XX, se hubiera considerado inadaptado al hombre que se hubiera dejado el pelo largo y puesto un pendiente. En la segunda mitad del siglo, sin embargo, este comportamiento puede estar aceptado.

1. El referente normativo.
La idea de sociedad implica o lleva implícito la existencia de unas normas que regulan su funcionamiento. Estas normas son aceptadas en mayor o menor medida por la gran mayoría de los individuos. Aprender a funcionar en sociedad según estas normas es lo que se aprende, generalmente durante la niñez, mediante el proceso que conocemos como socialización. La familia es la primera institución socializadora en la vida de una persona, tomando posteriormente la escuela y el grupo de iguales un papel relevante. Ya en la adultez, el mundo laborar es otro elemento socializador importante.

Estas ideas nos llevan a una conclusión evidente: será un inadaptado o desadaptado todo aquel que no acepte la normativa y su comportamiento se desvíe de la norma.

2. El referente aptitudinal.
Las definiciones que utilizan este criterio hacen hincapié en las aptitudes del individuo para adaptarse al medio. La inadaptación, por tanto, es relativa y puede ser transitoria. Todo depende de las características del medio y de las facilidades de adaptación que le proporciona al individuo.

Un medio bien diseñado física y arquitectónicamente tiene como consecuencia que un individuo que necesita una silla de ruedas para desplazarse no sea considerado un inadaptado. Una persona enferma o deficiente será inadaptada social en la medida en el que el medio social le sea hostil.

Cuando hablamos de desadaptación social en sí, sin la presencia de una enfermedad o una deficiencia, el panorama se complica. También los sujetos “normales” y “sanos” pueden ser unos desadaptados sociales. Y aquí sí que podemos afirmar que el medio no puede cambiar para que ellos sean menos desadaptados.

3. El referente cultural.
Numerosos autores sitúan la explicación de la desadaptación social en el conflicto entre culturas, generalmente entre la mayoritaria y las minoritarias. El comienzo de esta línea lo podríamos situar en la Escuela de Chicago.

Otros autores también han destacado en esa tendencia cultural, de manera que Sutherland, en su teoría de la Asociación Diferencial, dice que la conducta desviada o desadaptada se aprende en contacto con otras personas desadaptadas. Son muchas, sin embargo, las críticas recibidas, pues puede entenderse que una pandilla de adolescentes quiera adoptar un comportamiento subversivo como forma de rebelión, protesta o autoafirmación, pero ya es mucho más difícil aceptar que un grupo humano, una subcultura, elija un comportamiento conflictivo que le perjudica e incluso, autodestruye.

4. El referente interactivo.
Las definiciones que podemos encontrar dentro de esta corriente ponen el acento en la relación que se establece entre el individuo y su medio social. Existen muchas teorías explicativas de la desadaptación social que sitúan las causas de la misma en las características del medio socio-familiar y relacional de la persona. Hay otras que postulan que la inadaptación es un fenómeno intrínseco al individuo.

Posturas más conciliadoras nos hablan de un individuo activo, con capacidad de elección y decisión libre, que percibe el mundo que le rodea en función de sus constructos personales, los cuales, a su vez, se han ido construyendo a través de las influencias recibidas del medio.

Otros contemplan la desadaptación como un problema de comunicación rota, distorsionada o inexistente, entre el individuo y su entorno, primero social y más tarde institucional. Según esto, la desadaptación podría tomar diversas formas: la de un conformismo pasivo; la retirada, retraimiento o fuga social (caso de los vagabundos o drogadictos) así como la conducta antisocial o delictiva.

Para finalizar este apartado vamos a centrarnos en el concepto de socialización. Una definición amplia del proceso de socialización podía ser la siguiente: “es el proceso que, desde la infancia hasta la edad adulta, sigue el hombre con el fin de ser un individuo equilibrado y responsable y un miembro eficaz de su sociedad. Comprende el proceso de incorporación de los principios, normas y valores de la cultura, el proceso de aprendizaje de los conocimientos y de las técnicas que le permitirán estar a la altura de su comunidad, etc.” (Ventosa, 1990).

Aunque el término socialización se usa generalmente en relación con el desarrollo del niño, es un proceso generalizable a cualquier edad.

Podemos distinguir tres tipos de socialización.
La socialización primaria tiene lugar en contacto con los llamados grupos primarios (el agente socializador más destacado es la figura materna o su sustituto/a y por extensión el grupo familiar) y supone el inicio en las formas elementales de comportamiento.

Socialización secundaria: es el proceso a través del cual el individuo ya socializado, se incorpora a un nuevo grupo o interioriza las normas o valores de una nueva institución. Aunque este es un proceso que dura toda la vida, cabe resaltar la importancia que adquiere en las primeras etapas de formación de la personalidad social del sujeto.

Socialización terciaria: proceso por el cual un individuo se incorpora a la sociedad después de un periodo de conducta antisocial, y a través del cual el grupo lleva al individuo a adoptar un conjunto de modelos de conducta en sustitución de otros. En este proceso de socialización marginal se encuentran aquellos menores socializados desde estilos de vida marginales (delincuencia, toxicomanía, etc.) lo que ha supuesto una situación de alto riesgo en su proceso de desarrollo integral y una conflictividad con las pautas establecidas socialmente.

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